LAS ESCRITURAS DE DIOS


LIBRO III




EL VERBO ETERNO
 (Los cuatro evangelios)
148.      ¿Dios tiene unas escrituras sagradas en su trono?  Escrituras verdaderamente sagradas necesariamente son las escrituras de Dios, no las de los hombres.  No son las escrituras sagradas, de Dios, aquellas que por miles de años, los seres humanos de todos los pueblos, han llamado escrituras sagradas.  Si algunos cristianos hablaron y escribieron que estuvieron en el Cielo, delante del trono de Dios, el trono de Dios solo les ha sido revelado en visión, aunque el gran anticristo Pablo, y millones de falsos profetas, tan anticristos como él, han extraviado a los cristianos incautos, diciéndoles que subieron al Cielo, que son profetas superiores, que no vieron visiones, sino que traen palabras directamente del Cielo, porque fueron allá, por lo que las personas ingenuas que les creen, dicen que esas enseñanzas son escrituras sagradas
A los ojos de los hombres, miles de escrituras son tenidas por escrituras sagradas, están en su derecho de creerlo así y guiarse por esas escrituras, que creen sagradas, pues tienen el celestial libre albedrío.  Son miles de escrituras, de todos los pueblos y de todas las religiones, que los seres humanos dicen que son escrituras sagradas, porque dan a conocer fragmentos verdaderos del verbo de Dios, no son del todo erradas.  Pero si nadie además de Jesús es el enviado del Cielo para los cristianos, entonces los verdaderos cristianos saben que nadie, además de Jesús, ha hablado palabras sagradas; por lo tanto, solamente los cuatro evangelios de Jesús, que contienen el eterno testimonio de Jesús, son escrituras verdaderamente sagradas a los ojos de Dios, para los verdaderos cristianos. 
El verbo de Dios se revela al hombre natural en partes, eso es evidente, algunas aproximaciones a las enseñanzas de Jesús, ya otros pueblos las tenían como palabras sagradas, como la luz en los ojos, como las almas que vuelven, las almas que permanecen, la continencia, el ayuno, la oración, son temas repetidos en las diferentes religiones de toda la Tierra.  El hombre conoce algo de su Padre, aunque no todo, pues nadie había recibido el espíritu sin medida, hasta que vino Jesús, directamente del cielo, como el único enviado de Dios, portando el verbo eterno
Pero, aparte de los aciertos humanos, de los iluminados de las religiones de los diferentes pueblos, anteriores y posteriores a Jesús, y aparte de los aciertos de los profetas de Israel, el verdadero Dios de Israel dice que solamente los cuatro evangelios son escrituras de su trono, de su autoría, son su mismo verbo puro (Apocalipsis 4: 6-11).  Los cuatro evangelios, según Jesús, ellos en sí mismos, por contener el testimonio eterno de Jesús, son cuatro ángeles, cuatro vivientes, que están delante del trono de Dios por los siglos de los siglos.  Por eso la palabra evangelio contiene en sí misma a la palabra ángel, porque esa es su esencia, son cuatro ángeles enviados desde el trono celestial, portadores del verbo puro, portadores de la palabra viva de Dios.  No hay otro libro sobre la tierra que tenga ese origen celestial, no hay otro libro que estando en la tierra, a la vez esté en la misma presencia de Dios, no hay otro libro que proceda de la mismísima presencia de Dios.  El verdadero puente entre Dios y los hombres es los cuatro evangelios, pertenecen al cielo y son las puertas por las que los humanos podemos ir a la misma presencia de Dios.  No hay otro libro así en toda la tierra, ni hay otra puerta así en toda la tierra, ni hay otro puente así, no hay otro sendero así en toda la tierra.  Los cuatro evangelios son unas escaleras que descienden desde el Cielo, para invitar a los hombres a ascender al reino de Dios, y ellos, que son los ángeles de Dios, suben y bajan por ellas (Génesis 28:12)
Si no hubiera cuatro libros vivos y eternos descendidos del Cielo, pudieran decir los humanos, que las profecías de todos los pueblos, y los demás libros de los muchos iluminados que dan a conocer algo de la verdad de Dios, son escrituras sagradas, pero como sí hay cuatro libros descendidos del cielo, es imposible que los cuatro evangelios se puedan comparar con los libros humanos, o decir que valen lo mismo.  Es lo mismo que decir que las palabras y enseñanzas de Jesús, valen lo mismo que las palabras y enseñanzas de los profetas, es lo mismo que pretende, con sus enseñanzas falaces, el gran anticristo Pablo, cuando dice que todas las escrituras tienen el mismo valor sagrado (2ª a Timoteo 3:16-17).  Esa falacia elaborada con habilidad, es lo mismo que no reconocer que Jesús es el Cristo, que vino en carne y que solamente sus palabras son palabras de Dios, porque nadie además de Jesús es Dios, por lo que todos los que creen en las falacias del gran anticristo Pablo, se hacen anticristos, porque sin darse cuenta no reconocen que Jesús Cristo vino en carne y sus almas terminan asesinadas por los errores, pues el error es la muerte del alma.  Las demás palabras y enseñanzas, aparte de  los cuatro querubines (evangelios) de Dios, son palabras y enseñanzas humanas, inspiradas algunas por Dios, pero sujetas todas a tener verdades y errores, por ser humanas.  Toda otra escritura, aparte de los cuatro evangelios, es humana, aunque haya sido inspirada por Dios y aunque contenga muchas profecías verdaderas
Solamente los cuatro evangelios son divinos y humanos, por lo tanto, solamente los cuatro evangelios son perfectamente escrituras sagradas, no son escrituras humanas solamente, son celestiales también, por eso es que son escrituras sagradas a los ojos de Dios.  El Padre eterno se ha dado a conocer a los seres humanos, por medio del Hijo y por medio del Espíritu Santo.  Como son el Espíritu de Dios sin medida y sin error, los cuatro evangelios, son iguales en su condición al Hijo de Dios, que por siempre fue divino y vino a la tierra como humano.  Así mismo, los evangelios siempre han sido los cuatro vivientes que dan testimonio del cordero, desde la eternidad y por la eternidad en el Cielo, en medio de ellos está el cordero, por lo que al venir el cordero, ellos también vinieron, por medio humano, como testimonio del cordero por los siglos de los siglos 
Si hubiera un solo libro, además de los cuatro evangelios, uno tan solo, que tuviera para Dios el valor de escritura sagrada, entonces delante del trono de Dios los profetas Isaías, Ezequiel y Juan, hubieran visto cinco seres vivientes, pero solamente hay cuatro seres vivientes, dando testimonio de Jesús de Día y de noche por los siglos de los siglos.  Están los cuatro evangelios alrededor del trono, por lo tanto, para poder llegar al trono de Dios, necesariamente el ser humano ha de pasar ante la presencia de esos testigos.  Si no es a través de ellos cuatro, no se llega a conocer a Dios.  Para conocer a Dios verdaderamente, el ser humano puede pasar por alto cualquiera otro libro, pero no puede pasar por alto los cuatro evangelios sagrados.  Esos cuatro libritos son la biblioteca del trono de Dios, solo esos cuatro libritos y ninguno además de esos cuatro tiene Dios a su lado, son sus libros de cabecera, por lo que para los cristianos verdaderos esos cuatro libros han de tener el mismo valor que para su padre Dios, para poder ser uno con Él.

149.      Visiones de los vivientes delante del trono.  Aquí están las lecturas textuales, sobre las revelaciones, que los profetas Isaías, Ezequiel y Juan, vieron desde la Tierra, en visión, delante y alrededor del Trono de Dios, las cuales describieron luego como visiones que tuvieron del trono de Dios, no diciendo que habían ido al Cielo, ni en cuerpo, ni en espíritu, puesto que nadie ha subido al Cielo, sino aquel que ha descendido del Cielo, el hijo del hombre, que está en el Cielo, según enseñó Jesús.  Nadie además de Jesús, ha subido al Cielo y ha vuelto para contarlo, a sus discípulos.  Nadie es tan importante, además de Jesús, nadie tiene ese poder (Juan 1: 18) (Juan 3: 13) (Juan 6: 38) (Juan 6: 46) (Juan 7: 33).  Todo hombre, diferente a Jesús, que diga que subió al Cielo y volvió a la Tierra, pretende que sus palabras sean celestiales, es un anticristo, como el gran anticristo Pablo, ese profeta miente, ese sutil y poderoso profeta falso, vino a engañar a la humanidad, es un usurpador, sea quien sea ese profeta, aunque haya logrado engañar a la humanidad por dos mil largos años, es un profeta falso, anticristo (Lucas 16: 19-31).  Leamos lo que los profetas Isaías, Ezequiel y Juan escribieron, que vieron en visión, del trono y de la presencia misma de Dios.

150.      Isaías 6: 1-7:   El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.  Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban, y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria.».  Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la casa se llenó de humo.  Y dije: «Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito, porque mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos.»  Entonces voló hacia mí uno de los serafines, con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» 

151.      Ezequiel 1: En el día quinto, del mes cuarto, del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.  Habían pasado cinco años y cinco meses desde que el rey Joaquín fue deportado. (En este tiempo, mientras Ezequiel hijo de Buzí estaba a orillas del río Quebar, en la tierra de los caldeos, el Señor le dirigió la palabra, y su mano se posó sobre él.)  De pronto me fijé y vi que del norte venían un viento huracanado y una nube inmensa rodeada de un fuego fulgurante y de un gran resplandor.  En medio del fuego se veía algo semejante a un metal refulgente. También en medio del fuego vi algo parecido a cuatro seres vivientes, cada uno de los cuales tenía cuatro caras y cuatro alas.  Sus piernas eran rectas, y sus pies parecían pezuñas de ternero y brillaban como el bronce bruñido.  En sus cuatro costados, debajo de las alas, tenían manos humanas. Estos cuatro seres tenían caras y alas, y las alas se tocaban entre sí.  Cuando avanzaban no se volvían, sino que cada uno caminaba de frente. Sus rostros tenían el siguiente aspecto: de frente, los cuatro tenían rostro humano; a la derecha tenían cara de león; a la izquierda, de toro; y por detrás, de águila.  Tales eran sus caras.  Sus alas se desplegaban hacia arriba.  Con dos alas se tocaban entre sí, mientras que con las otras dos se cubrían el cuerpo.  Los cuatro seres avanzaban de frente. Iban adonde el espíritu los impulsaba, y no se volvían al andar.  Estos seres vivientes parecían carbones encendidos, o antorchas, que se movían de un lado a otro.  El fuego resplandecía, y de él se desprendían relámpagos.  Los seres vivientes se desplazaban de un lado a otro con la rapidez de un rayo.  Miré a los seres vivientes de cuatro caras, y vi que en el suelo, junto a cada uno de ellos, había una rueda.  Las cuatro ruedas tenían el mismo aspecto, es decir, brillaban como el topacio y tenían la misma forma. Su estructura era tal que cada rueda parecía estar encajada dentro de la otra. Las ruedas podían avanzar en las cuatro direcciones sin tener que volverse. Las cuatro ruedas tenían grandes aros y estaban llenas de ojos por todas partes. Cuando los seres vivientes avanzaban, las ruedas a su lado hacían lo mismo, y cuando se levantaban del suelo, también se levantaban las ruedas. Los seres iban adonde el espíritu los impulsaba, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando los seres se movían, las ruedas también se movían; cuando se detenían, las ruedas también se detenían; cuando se elevaban del suelo, las ruedas también se elevaban. Las ruedas hacían lo mismo que ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Sobre las cabezas de los seres vivientes había una especie de bóveda, muy hermosa y reluciente como el cristal. Debajo de la bóveda las alas de estos seres se extendían y se tocaban entre sí, y cada uno de ellos tenía otras dos alas con las que se cubría el cuerpo. Cuando los seres avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas: era como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso, como el tumultuoso ruido de un campamento militar. Cuando se detenían, replegaban sus alas. Luego, mientras estaban parados con sus alas replegadas, se produjo un estruendo por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas. Por encima de esa bóveda había algo semejante a un trono de zafiro, y sobre lo que parecía un trono había una figura de aspecto humano. De lo que parecía ser su cintura para arriba, vi algo que brillaba como el metal bruñido, rodeado de fuego. De su cintura para abajo, vi algo semejante al fuego, y un resplandor a su alrededor. El resplandor era semejante al del arco iris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia. Tal era el aspecto de la gloria del Señor.  Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que una voz me hablaba.

152.      Ezequiel 10: Después miré, y sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines, vi una especie de piedra de zafiro que tenía la forma de un trono.  Y el Señor le dijo al hombre vestido de lino: "Métete entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un puñado de las brasas que están entre los querubines, y espárcelas por toda la ciudad."  Y el hombre se metió allí, mientras yo miraba.  En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del templo y una nube llenaba el atrio interior.  Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del templo.  La nube llenó el templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor.  El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.  El Señor le ordenó al hombre vestido de lino: "Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre los querubines." Así que el hombre fue y se paró entre las ruedas. Uno de los querubines extendió la mano, tomó el fuego que estaba entre ellos, y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Aquél lo recibió y se fue. (Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a la mano de un hombre.) Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas tenían un aspecto brillante como el crisólito. Las cuatro ruedas se asemejaban, y parecía como si una rueda estuviera encajada en la otra. Al avanzar, podían hacerlo en las cuatro direcciones sin necesidad de volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y no tenían que volverse. Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los querubines, al igual que las cuatro ruedas, estaban llenos de ojos. Alcancé a oír que a las ruedas se les llamaba "círculos". Cada uno de los querubines tenía cuatro caras: la primera, de querubín; [¿Toro?] la segunda, de hombre; la tercera, de león; y la cuarta, de águila. Los querubines, que eran los mismos seres que yo había visto junto al río Quebar, se elevaron. Cuando avanzaban, las ruedas a su costado hacían lo mismo; cuando desplegaban sus alas para levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de ellos; cuando se detenían, las ruedas hacían lo mismo; cuando se levantaban, las ruedas se levantaban también, porque el espíritu de esos seres vivientes estaba en las ruedas. La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines. Y mientras yo miraba, los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo, y junto con las ruedas salieron y se detuvieron en la puerta oriental del templo del Señor. La gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. Eran los mismos seres vivientes que, estando yo junto al río Quebar, había visto debajo del Dios de Israel. Entonces me di cuenta de que eran querubines. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y bajo las alas tenían algo que se parecía a las manos de un hombre. Sus caras eran iguales a las que yo había visto junto al río Quebar.  Cada uno de ellos caminaba de frente.

153.      Apocalipsis 4: Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta.  Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: “Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto." Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo,  y a alguien sentado en el trono. El que estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina.  Alrededor del trono había un arco iris que se asemejaba a una esmeralda. Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos,  en los que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos.  Delante del trono ardían siete antorchas de fuego,  que son los siete espíritus de Dios, Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal;  y junto al trono,  y alrededor del trono,  cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.  El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas,  y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos;  y no cesaban día y noche de decir: Santo,  santo,  santo es el Señor Dios Todopoderoso,  el que era,  el que es,  y el que ha de venir. Cada vez que estos seres vivientes daban gloria,  honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono,  al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos.  Y rendían sus coronas delante del trono exclamando: "Digno eres,  Señor y Dios nuestro,  de recibir la gloria,  la honra y el poder,  porque tú creaste todas las cosas;  por tu voluntad existen y fueron creadas."

154.    Comparación de las tres visiones del trono de Dios:
ü Isaías no escribió el número de los serafines que vio en visión delante del trono de Dios, ni reveló sus identidades, pero Ezequiel y Juan escribieron que vieron cuatro serafines, delante y alrededor del trono de Dios, rodeándolo eternamente
ü Isaías escribió que los serafines tienen seis alas cada uno, tal cual vio Juan que tenían seis alas
ü Isaías escribió que los serafines dicen eternamente: «santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos, llena está toda la Tierra de su gloria», que es lo mismo que oyó Juan, que decían los serafines: «Santo, santo, santo es el Señor Dios, el todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de Venir»
ü Ezequiel recibió la visión en forma parecida a Juan, ambos estaban deportados, presos, cautivos, secuestrados
ü Ezequiel describió los rostros de los serafines en el mismo orden en que están los evangelios en las escrituras: Al frente hombre (Mateo), derecha león (Marcos), izquierda toro (Lucas) y atrás águila (Juan).  Pero Juan describió los serafines en el orden en el que se cree que fueron escritos en la tierra, en el orden de su aparición como evangelios de Jesús, aquí en la Tierra: Marcos (León), Lucas (Toro), Mateo (hombre) y Juan (Águila)
ü Las alas cubrían a los serafines, como vieron Isaías, Ezequiel y Juan
ü Las ruedas avanzaban en todas las direcciones, y estaban entrelazadas entre sí las cuatro ruedas. Con las alas estaban unidos entre sí los cuatro vivientes, y aquí en la Tierra están entrelazados los  cuatro evangelios
ü Encima y en medio de ellos cuatro, tanto en el Cielo, en los vivientes, como en la Tierra, en los evangelios, está el Señor, está su gloria
ü Según Ezequiel, los vivientes estaban en el Cielo y las ruedas estaban en la tierra. Las ruedas son los cuatro evangelios.  Las ruedas hacían lo mismo que hacían los vivientes, porque el espíritu de los vivientes estaba  en las ruedas.  En las visiones de Ezequiel está descrita la igualdad, la identidad que hay entre los querubines en el Cielo y las ruedas en la Tierra, que son los evangelios.  Los unos y los otros son los mismos, estando los vivientes en el trono de Dios y los evangelios en la Tierra.  Todo lo que el profeta vio de las ruedas, es perteneciente a los cuatro evangelios
ü Las ruedas de la visión de Ezequiel estaban llenas de ojos y también los cuatro vivientes en la visión de Juan.  Las ruedas son los cuatro evangelios, en los cuales miles de millones de seres humanos, hemos puesto los ojos para leerlos, ahí están los ojos de todos los que los hemos leído
ü En medio de las cuatro ruedas, aquí en la Tierra, había fuego sagrado. En el trono de Dios, también fue visto fuego sagrado, en el altar sobre el que está el cordero de Dios, el cordero degollado, el cordero sacrificado, porque en medio de los cuatro vivientes está el Señor, por tanto, en medio de los cuatro evangelios es el altar de la palabra de Dios.  Solo en medio de los cuatro evangelios está el testimonio de Jesús, el testimonio autorizado desde el Cielo eternamente, desde la creación del mundo, por los siglos de los siglos, sin fin
ü Ninguno de estos tres profetas, Isaías, Ezequiel y Juan, dijo que fue al cielo, al trono de Dios, sino que los tres vieron una visión del trono de Dios, para los seres humanos.  El gran anticristo Pablo, violando toda fidelidad, escribió haber subido a un supuesto tercer cielo, cuando en verdad solo Jesús ha subido al cielo y ha vuelto a la tierra.  Nadie ha subido al cielo y ha vuelto a bajar.  El usurpador, el seductor de las naciones, el anticristo, el mayor asesino en serie de almas, mintió  al decir que subió al Cielo y volvió a bajar, mintió al decir que subió a un tercer cielo, inventando leyendas sobre varios cielos, todo para hacer creer a sus extraviados seguidores, que él había descendido del Cielo con autoridad y palabras de Dios
ü El gran anticristo traspasó este testimonio de los cuatro serafines, tenía que pasar por encima del carácter sagrado único de los cuatro evangelios, para poderse infiltrar en el cristianismo con un supuesto quinto evangelio. Evangelio falso, de apóstol falso, testimonio con muchas verdades y algunas mentiras, trabajo de hábil artista, trabajo sutil de falso profeta.  Nadie puede ser autor de un quinto evangelio, autorizado desde el trono de Dios, porque no hay cinco serafines delante del trono de Dios. De ser Cierto que pudiera haber, aunque fuera tan solo un quinto evangelio, autorizado desde el trono de Dios, además de los cuatro serafines por todos reconocidos durante estos dos mil años, estos tres profetas, Isaías, Ezequiel y Juan, hubieran visto no cuatro, sino cinco serafines, delante del trono de Dios.

155.      Los cuatro evangelios son cuatro ángeles.  Los cuatro evangelios son los cuatro querubines, los cuatro serafines, los cuatro vivientes, los cuatro testigos, que dan testimonio de Jesús y de sus obras, delante del trono de Dios, junto al trono de Dios y alrededor del trono, por toda la eternidad.  Evangelio, querubín, serafín, ángel, viviente, testigo, quieren decir lo mismo allá delante del trono de Dios y también aquí, sobre la faz de la Tierra.  La palabra evangelio contiene a la palabra ángel dentro de sí, porque la palabra ángel define la identidad de la palabra evangelio, y es la esencia misma del evangelio, es verbo, es palabra de Dios.  Evangelio es portador de un querubín, evangelio es portador de un ángel, ni más, ni menos
Evangelio no es un libro semejante a todos los demás libros que han sido escritos sobre la faz de la tierra.  Evangelio no es un libro sin vida propia, evangelio es en sí mismo, un espíritu de Dios, que muestra la vida de Dios, que muestra la vida de Jesús, a los seres  humanos.  Evangelio es un ángel creado por Dios, para dar a conocer a Jesús, que es Dios, cuando es leído por un ser humano.  De todos los libros que han sido escritos sobre la Tierra, durante todo el tiempo de la humanidad habitando la Tierra, solamente en las palabras de los cuatro evangelios, está presente por todos los siglos, el verbo eterno.  En ninguna otra parte, de toda la Tierra, está ese verbo sagrado, porque todo lo que hay en la Tierra pasará, pero los cuatro evangelios no pasarán, los cuatro evangelios son eternos, los cuatro evangelios son el verdadero santo grial, los cuatro evangelios son el verdadero cáliz sagrado, que contiene la sangre espiritual de Jesús, para que la bebamos y vivamos eternamente (Juan 6: 53-63)
Los cuatro evangelios tienen una autoridad y un poder diferente a cualquiera otro libro o palabra, sobre la faz de la Tierra, pues en ellos cuatro y solo en ellos cuatro, fue dado el verbo eterno a la humanidad.  El gran anticristo Pablo enseñó, que el testimonio de Jesús no era propiedad exclusiva de los cuatro evangelios y esa falacia la dijo cuándo se refería a “su evangelio”.   El gran anticristo Pablo escribió, por lo tanto, que las palabras y enseñanzas de Jesús, vienen también en otros libros.  El gran anticristo trató de insinuar que hay otros evangelios válidos, aparte de los cuatro evangelios, y que hay testimonios válidos de Jesús, procedentes de otros profetasTenía que tratar de destruir el gran anticristo Pablo, el carácter sagrado y único de los cuatro evangelios, pues solo así le era posible usurpar la verdad y engañar sutilmente, por dos mil largos años, a las naciones, extraviar a todos sus sabios, sus escribas y sus teólogos.

156.    Los cuatro evangelios vuelan por los aires (Apocalipsis 4: 8).  Esos cuatro querubines, esos cuatro serafines, en palabras, porque esos cuatro espíritus son palabras, son los espíritus del verbo eterno, esos cuatro ángeles, se levantan de las palabras escritas en esos cuatro libritos, multiplicados por miles de millones de ejemplares, impresos en toda la Tierra, y vuelan hasta nuestros ojos, para entrar en nuestras mentes, y hacer morada el verbo de Dios, en nosotros, en nuestras almas.  Moran esos cuatro ángeles en nosotros, cuando el Espíritu del Señor, que está en los cuatro evangelios, entra, por su lectura, en nosotros, entra en nuestras almas, en nuestras mentes.  No es en nuestros cuerpos que entran los cuatro evangelios. Somos almas, no somos cuerpos, somos almas que ocupan cuerpos. Los cuerpos mueren, pero las almas no mueren, sino hasta el día del juicio, cuando muchas almas  en verdad, morirán.  Las frases de los cuatro evangelios vuelan por los aires, desde los labios de quien los pronuncia, para entrar a vivir en las almas de quienes los oyen.

157.     Los cuatro evangelios han volado a través del tiempo.  Se puede decir que los cuatro evangelios también son alados, como fueron vistos delante del trono de Dios, porque los cuatro evangelios han atravesado los siglos, han volado a través de los siglos, influyendo y transformando las lenguas y los idiomas.  Los cuatro evangelios han sido entregados, de una generación a otra, durante dos mil años, para llegar hasta nuestros ojos y nuestros oídos, han volado a través de las generaciones, de mente a mente y de alma a alma
Los lenguajes en su evolución, la ciencia humana, con todo lo que ha descubierto, y las costumbres de los muchos pueblos, que los han recibido, no han afectado a los cuatro evangelios, pues son los únicos portadores del verbo eterno y no pasarán, pues son los portadores de la palabra de Dios misma.  Antes por el contrario, los cuatro evangelios han influido en todos los órdenes de las naciones, los pueblos, las razas, las lenguas, siglo a siglo, milenio a milenio, allí donde se han predicado las frases de los cuatro evangelios, allí donde han sido trasmitidas estas verdades de unos a otros.  Los cuatro evangelios han sido saludables para las naciones, han ayudado a las naciones, han mejorado a las naciones, han dado a las naciones una sabiduría que nadie tenía
A los cuatro evangelios no hay que cuidarlos, para que los pueblos no los deformen, ellos cuatro son indestructibles, pues son el verbo creador.  Los cuatro evangelios han sido pisoteados, por los pueblos y las naciones engañadas por el gran anticristo Pablo, naciones que han traspasado a los cuatro evangelios, con las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, pues las reciben  y las adoran como si fueran palabras de Dios.  Pero todos los traspasadores han muerto, año tras año, siglo tras siglo y los cuatro evangelios han permanecido, pues son inmodificables, como inmodificables son los cuatro querubines.  Los cuatro evangelios son inmutables.  No hay que temer porque estos cuatro evangelios no sean adulterados, ni hay que proteger a los cuatro evangelios, pues ellos son los que nos protegen, ellos nos cuidan, ellos nos guían
Estos cuatro evangelios han sido la luz de las naciones por dos mil años. Estos cuatro evangelios, estos cuatro ángeles, han sido los artífices de la historia de la humanidad, sobre el planeta Tierra. Están estos cuatro evangelios, que son los cuatro códigos de Dios, sus cuatro querubines, sus cuatro serafines, sus cuatro testigos, han trabajado en el lenguaje de los pueblos, a los cuales han llegado, y trabajarán hasta el día que Dios vea, que ha sido predicado el evangelio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin, cuando, por haberse desviado en pos de las epístolas del gran anticristo Pablo, se lamentarán todos los pueblos de la Tierra, los cuales en su inmensa mayoría traspasaron a Jesús, dejándose seducir, engañados, por el impostor, por el gran anticristo Pablo
Los valores cristianos han influido en todos los sistemas de pensamiento y en todas las culturas, aunque estas no sean cristianas, sus líderes han tenido en cuenta partes de esas palabras sagradas, han sido afectados para bien por el Cristo y sus enseñanzas.  La civilización atea ha tenido unos códigos morales, influidos poderosamente por el cristianismo de Roma, por el cristianismo mezclado del anticristo, con el Cristo.  Antes que ser modificadas o adulteradas estas palabras de los cuatro evangelios, contrario a ese temor de que pudieron ser adulterados a través de los siglos, estos cuatro querubines, han modificado la forma de vida de todas las naciones. Estas palabras están vivas, son espíritus, son ángeles con rostro propio, y con autoridad delante del trono de Dios.

158.   El tetramorfo del arte en los templos y en los libros.  Los antepasados, durante estos dos mil años, dejaron miles de mensajes simbólicos, en obras de arte, sobre la identidad de los cuatro querubines, sobre la identidad eterna que hay entre los cuatro querubines y los cuatro evangelios, sobre que son absolutamente idénticos, sobre que comparten la misma esencia sagrada, los cuatro querubines en el trono de Dios y los cuatro evangelios, sobre la faz de la Tierra
Han quedado decenas de miles de testimonios en estos dos mil años, en pinturas, en frescos, en óleos, en retablos, en esculturas de piedra y de bronce, de oro, de plata, en tallas de madera, en las tapas de antiguos libros, y en templos en toda la Tierra, sobre todo en Europa, desde los primeros siglos, durante la edad media y en tiempos posteriores.  El tetramorfo, las cuatro formas, es el nombre que le fue dado en la cultura occidental, cultura romana, en el arte románico, a las decenas de miles de testimonios que nos dejaron los antepasados, advirtiéndonos que los cuatro evangelios sí son los cuatro querubines, que hay delante y alrededor del trono de Dios, por toda la eternidad.  Quien busque en la historia, hallará hoy, decenas de miles de testimonios artísticos antiguos, en las iglesias, en las catedrales, en los seminarios, en pastas de libros, en tallas en madera; hallará miles de expresiones artísticas, creadas hace miles de años dando testimonio humano, que desde el principio del cristianismo, ya se sabía cuál era la verdadera identidad terrenal de los cuatro querubines celestiales.

159.     La identidad verdadera de los evangelios está a la vista.  Los más importantes mensajes, que dan testimonio sobre los cuatro escritores de los cuatro evangelios y sus símbolos delante del trono de Dios, el ángel en mateo, el león en marcos, el toro en Lucas y el águila voladora en Juan, no están escondidos de la vista de los visitantes de los templos.  Están a la vista, en los lugares más importantes de los templos.  Están en las puertas mismas de entrada a las pequeñas capillas y también en las puertas de las grandes catedrales, para que las personas no puedan decir que no vieron, esos testimonios sobre la identidad de los cuatro serafines, o que el mensaje no era importante.  Miles de millones de visitantes de los antiguos templos, han visto durante siglos, esos testimonios simbólicos, de la identidad perfecta entre los cuatro vivientes y los cuatro evangelios
Están los símbolos de los cuatro evangelistas unidos a los cuatro vivientes, en los altares y en los púlpitos, desde donde se oficia el culto y se predica la palabra de Dios, para que los asistentes a los templos, al mirar hacia el altar, pongan sus ojos en esos mensajes simbólicos, que pregonan la verdadera identidad de los cuatro únicos mensajeros autorizados por Dios Padre, para ser portadores del testimonio de Jesús, pues de nadie puede ser un quinto evangelio.  Estos testimonios escultóricos y pictóricos sobre la verdadera identidad de los cuatro serafines y los cuatro evangelios, también están en las cúpulas de miles de templos cristianos desde los primeros siglos, para que cuando una persona elevara distraída la vista hacia lo más alto del templo, hacia la cúspide, como si elevara su visión hacia los cielos, allá arriba hallaría las representaciones de los cuatro escritores de los evangelios y sus correspondientes símbolos celestiales, y en medio de los cuatro, se ve el cordero de Dios, se ve Jesús, herido de muerte y resucitado
Han permanecido estos mensajes milenarios, en la cúspide, en lo más alto, y en los lugares más importantes de los templos, por siglos y siglos, a la vista de todos los visitantes de los templos, esos testimonios verdaderos sobre la identidad de ellos, los cuatro vivientes, los cuatro ángeles, los cuatro querubines, que son los cuatro evangelios.  Igualmente están, no por siglos humanos, no en lugares humanos, sino por los siglos de los siglos, por toda la eternidad, los cuatro seres vivientes, los cuatro querubines, delante y alrededor del trono de Dios, que dan testimonio del hijo de Dios y de sus maravillosas obras.  Todos podemos dar testimonio valido de Jesús, pero solamente basados en esos cuatro evangelios, en esos cuatro únicos testimonios autorizados, descendidos del Cielo. No ha habido, ni hay, ni habrá, un quinto evangelio aprobado por Dios.  Si Dios tuviera reservado un quinto evangelio para ser revelado a la humanidad, los profetas Isaías, Ezequiel  y Juan, hubieran visto cinco seres vivientes delante y alrededor del trono de Dios.

160.     Los cuatro evangelios son eternos.  En los cuatro evangelios, donde los evangelistas se negaron a sí mismos, donde dan conocer a Jesús y a nadie además de Jesús, en esos cuatro evangelios, Jesús también se negó a sí mismo, para darnos a conocer al padre y enviarnos al espíritu santo, para que nos enseñara a negarnos nosotros.  Por la negación de Jesús y por la negación de los cuatro evangelistas, solamente está escrito el verbo eterno en los cuatro evangelios, solamente están las palabras del Padre, solamente está la voluntad del Padre eterno.  Los cuatro evangelios contienen las palabras que habló Jesús, procedentes del Padre.  Ninguno otro libro sobre la Tierra tiene esta clase de palabras eternas, incuestionables e inmutables
Pero las naciones, extraviadas por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, han desviado su respeto debido a los cuatro evangelios, y han desviado su atención hacia el supuesto evangelio que se halla en las extensas epístolas del gran anticristo Pablo, el máximo seductor de las naciones, el falso treceavo apóstol, el más grande engañador, el mayor hacedor de masacres de almas humanas, el genocida de almas que ha dado muerte a miles de millones de almas incautas, pues el error es la muerte del alma
Toda otra palabra pasará, pero esas palabras de los cuatro evangelios, no pasarán, porque tienen un puesto propio delante del trono de Dios.  Quedarán por siempre y para siempre, dando testimonio de Jesús, ellos cuatro, los cuatro querubines, que son los cuatro evangelios.  Las palabras de los cuatro evangelios no son de los evangelistas, ni son palabras propias de Jesús, son el verbo de Dios Padre, son el mismísimo verbo eterno.  Las palabras de nadie más permanecerán por la eternidad. (Apocalipsis 4: 6-11).

161.     Los cuatro vivientes están llenos de ojos.  Todos los que hemos leído los cuatro evangelios, hemos puesto los ojos en ellos (Apocalipsis 4:8).  Por los ojos de todos los que los hemos leído, los profetas vieron a los cuatro vivientes, a los cuatro testigos, llenos de ojos por todas partes.  Allá, en los cuatro serafines, en los cuatro vivientes, están nuestros ojos, que pusimos en ellos, unidos a los ojos de miles de millones de seres humanos, que hemos tenido el privilegio de leer los cuatro evangelios sagrados, las verdaderas escrituras sagradas de Dios 
Cuando ponemos los ojos en los cuatro evangelios, para leerlos aquí en la Tierra, o cuando leemos una parte de los cuatro evangelios, nuestros ojos quedan puestos en los cuatro vivientes, delante de la presencia misma de Dios, allá en los Cielos, delante y alrededor del trono de Dios.  Nuestras almas, en ese instante que leían los cuatro evangelios, estaban ante la presencia de Dios.  En ninguno otro momento, los seres humanos de carne y hueso, estamos delante de la presencia de Dios, sino cuando estamos delante de las escrituras sagradas, leyendo los cuatro evangelios.   Solo en ese instante y en ninguno otro instante, los seres humanos de carne y huesos, hemos estado delante de la puerta al reino de los Cielos, solo en ese instante hemos podido conocer a Dios, en el cordero
Estos cuatro evangelios son las escalas que descienden entre el Cielo y la Tierra.  Los cuatro evangelios son el sendero estrecho del alma hacia la presencia de Dios, sendero que desciende de la presencia de Dios hasta las mentes humanas.  Estos cuatro evangelios son la puerta misma a la presencia de Dios, al más allá, (almas allá), a un Reino que no es de este mundo.  Al ver los cuatro evangelios vemos la luz, vemos a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el hijo del hombre.  Los cuatro evangelios son cristales, son lentes sagrados, que le permiten ver, a nuestros ojos humanos, el más allá celestial, el trono de Dios.  Solo a través de esos cuatro lentes, podemos ver a Dios, que es Jesús, en su trono  (Juan 1:51)(Génesis 28:12), y podemos ver la Tierra y los seres humanos con los ojos que los veía Jesús, como unas gafas que nos envía el creador para verlo a Él y ver a los seres humanos.





LOS QUERUBINES SON LOS EVANGELIOS
Los querubines no son los evangelistas.
Los evangelistas son humanos.



162.     Los cuatro vivientes no son los cuatro evangelistas.  Es de vital importancia, es absolutamente necesario entender esto: Los cuatro evangelistas se negaron a sí mismos, para que esas palabras sagradas, fueran reveladas desde el Trono de Dios, a la Tierra.  Los cuatro vivientes sí son los cuatro evangelios, pero “no” son los cuatro evangelistas.  Estos cuatro evangelios son eternos, están delante y alrededor del trono de Dios desde la eternidad, por los siglos de los siglos, pero los cuatro evangelistas no están delante del trono de Dios desde la eternidad, por los siglos de los siglos, ellos son humanos como nosotros, que fueron usados por Dios, para que los cuatro vivientes llegaran a dar su testimonio eterno a la Tierra. Si los cuatro evangelistas fueran eternos, y estuvieran delante del trono de Dios, y en medio de ellos cuatro estuviera el Hijo de Dios, serían como Jesús, pero son personas
De los cuatro evangelistas hay más palabras, hay más escritos, como el libro de los hechos de los apóstoles, escrito por Lucas, las epístolas de Juan y el apocalipsis escrito por Juan, todos esos sublimes escritos, en los cuales basamos el cristianismo, no contienen el testimonio de Jesús, en ellos no se niegan a sí mismos sus escritores, hablan en primera persona y enseñan con la autoridad que les corresponde tener, a cada uno diferente, lo que opinan que deben hacer los cristianos, o ponen por escrito los sucesos que se dieron después de haberse ido Jesús al cielo, para no volver más, sino hasta el día del juicio final (ver hechos 1: 10-11).  Los cuatro evangelios, que son los cuatro querubines, viven por los siglos de los siglos.  Los cuatro evangelios no son cuatro libritos cualquiera.  Por el contrario, los cuatro evangelios son, en realidad, cuatro ángeles de Dios, son los cuatro portadores del verbo eterno, son cuatro espíritus, son voz, son palabras de Dios.  Ellos cuatro, los  cuatro vivientes allá, delante del trono de Dios, y los cuatro evangelios aquí en la Tierra, dan testimonio de Jesús delante del trono y delante de los hombres, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 4:8-11).

163.     Los cuatro evangelistas se negaron en los evangelios.   Los cuatro evangelistas se negaron de verdad a sí mismos, al escribir los cuatro evangelios, negación que no pueden hacer los anticristos, los usurpadores, en sus escritos y en sus enseñanzas sobre Jesús.  Los  cuatro  evangelistas dieron a Jesús toda la gloria, absolutamente toda la gloria, lo cual no pueden, ni podrán, hacer los anticristos.  Si se negaran de verdad a sí mismos los anticristos, no distraerían la atención de los cristianos hacia otros profetas, para desviarlos del Pastor verdadero, el profeta y mesías Jesús.  La negación de sí mismo por parte de algunos de los testigos de Jesús, es la señal inequívoca, para diferenciar a los verdaderos testigos de Jesús, de los falsos testigos de Jesús
Los cuatro evangelistas escribieron los cuatro evangelios sin mencionarse a sí mismos en ellos.  Los cuatro evangelistas escriben sobre sí mismos en los evangelios, solo cuando es estrictamente necesario, pero refiriéndose a sí mismos en tercera persona, como si no hicieran parte de la historia que describen, sino como si fuesen otra persona.  No se leen en los cuatro evangelios, frases que hablen de “cuando nosotros…”, o “cuando yo…”, o “me dijo…” o “le hice…”. Tampoco se leen en los cuatro evangelios frases de grupo, como por ejemplo, “cuando nosotros esto o aquello”, frases tan comunes escritas en las abundantes epístolas del gran anticristo Pablo, con las cuales desvía de ir en pos de Jesús a los humanos, sin que estos se den cuenta, y les impide negarse a sí mismos y les impide darle toda la gloria a Dios, por el mal ejemplo que les da y porque aprenden a hacer como su grandísimo profeta (falso) les enseña
Nada de esos malos ejemplos y robos de la gloria de Dios, sucedió con los cuatro evangelistas, en los cuatro evangelios, pues los evangelistas se describieron a sí mismos hasta con otros nombres.  Eso se llama escrúpulo, pulcritud, honestidad, no tomar para sí ni una pequeña parte de la gloria del Señor.  Es una voluntad totalmente contraria a la del gran anticristo Pablo, camuflado de apóstol y evangelista, pero falso, que logró hacer pasar como verdades, algunas enseñanzas falsas, y logró que las naciones no percibieran el engaño durante largos dos mil años.  Esta forma de escribir los cuatro evangelistas, los evangelios sobre Jesús, esta negación de sí mismos, es verdadero respeto por su Salvador y Maestro, no terrenal, sino descendido del Cielo, como descendidos del Cielo son los cuatro evangelios, que ellos recibieron y escribieron, sobre las enseñanzas y las obras  de Jesús.  Este ejemplo de negarse a sí mismos los cuatro evangelistas, es un ejemplo digno de admiración  y de ser seguido.  El gran ejemplo de los cuatro evangelistas, es no estar en lo que escribieron, no tomar ni una pequeña parte de la gloria de Jesús.

164.     Los evangelios no son autoría de los evangelistas.  Mucho menos los cuatro evangelios están escritos sobre la vida y obra de los cuatro evangelistas.  El gran ejemplo de los cuatro evangelistas, ejemplo grande en sabiduría, con el que los verdaderos testimonios de Jesús se diferencian, de los falsos testimonios de Jesús, y se diferencian de los aparentemente verdaderos testimonios de los anticristos, es que los cuatro evangelistas sabían que los testimonios de Jesús, que ellos escribieron, no eran creación de ellos cuatro, ni eran sobre ellos cuatro.  Pero el gran anticristo Pablo sí escribió como si él fuera el autor y el personaje principal de sus vastas epístolas, lo cual vemos cuando leemos los escritos del gran anticristo Pablo, donde toma partes de la gloria de Dios, para gloria de él, que es un simple mortal y escribe mucho de sí mismo, y se alaba muchas veces.  Mucha egolatría hay, mucha falta de negación de sí mismo hay, en las extensas epístolas del gran anticristo Pablo.  Del trono de Dios vinieron esos cuatro breves libritos, y fueron dados a la humanidad, a través de estos cuatro seres humanos, y ese es su único, inmenso e incomparable honor, que con nadie comparten, pues nadie es el portador de un quinto evangelio.  Esta sabiduría de la negación de uno mismo, te permite reconocer la identidad secreta del gran anticristo Pablo, cuando ves a miles de millones siguiéndolo, y ves al gran anticristo Pablo escribiendo muchas frases sobre él, escribiendo que lo imiten a él, y crean en “su” evangelio, como si el evangelio fuera de él y no de Jesús.  El evangelio verdadero es de Jesús, no de hombre alguno.  El evangelio, cuando es verdadero, es de nadie además de Jesús.  El gran anticristo no es nadie entre las autoridades del cristianismo, pues el gran anticristo no se negó a sí mismo, el gran anticristo se afirmó, es alguien, el gran anticristo daba testimonio de sí mismo, en todas sus epístolas, el gran anticristo se tomó la gloria de Dios para sí y enseñó a los cristianos, que siguen su mal ejemplo, a robar partes de la gloria de Dios.

165.     ¿Cómo se ve que Mateo sí se negó a sí mismo?  Cuando Leví tuvo que mencionar que, estando sentado en el lugar de los tributos, recibió y atendió el llamado que le hizo Jesús, para ir en pos de Jesús dejándolo todo, Leví escribió  que  un hombre llamado Mateo, estaba sentado en el lugar de los impuestos, y Jesús lo llamó, y ese Mateo, dejando todo, le siguió (Mt 9: 9-13).  Leví no escribió su propio nombre, y esa, aparte de que no habló de sí mismo ni de su grupo de apóstoles en primera persona, ni habló desde su punto de vista, es una de las formas en que Leví se negó a sí mismo.  En el evangelio de Jesús según Lucas (Lucas 5: 27-32) y en el evangelio de Jesús según Marcos (Marcos 2: 14-17), dice que Mateo, en realidad, se llamaba Leví.  Leví no buscaba su propia gloria, sino la gloria del que lo envió.  Leví, o Mateo, buscaba la gloria para Jesús, algo totalmente contrario a lo que hizo el gran anticristo Pablo en sus epístolas, donde se negó falsamente a sí mismo, pero en realidad se afirmó a sí mismo, donde habla demasiado de sí mismo, de “su” evangelio, en el cual insulta, regaña y desprestigia a Pedro, aquel Pedro que tenía carta blanca y autoridad total de parte de Jesús
Solamente si a uno le es dado entender la total y profunda negación de estos cuatro evangelistas, por contraste con las no negaciones de otros, entiende las trampas y la gran soberbia del gran anticristo Pablo, el usurpador, el ladrón, el que viene en su propio nombre, a robar, matar y destruir, según advirtió Jesús, que el gran anticristo quiso tomar, con falacias, para sí, la gloria del Mesías.  Solamente si uno respeta la gloria del que lo envió, sabe cuándo otros respetan, o no respetan, la gloria del que los envió, y cuán importante y vital es saber si de verdad los espíritus son de Dios, porque respetan la gloria de Dios, sin apropiarse ni siquiera de una pequeña parte de esa gloria, por insignificante que les parezca.

166.     La negación de Marcos es notoria.  Es evidente que Juan Marcos, en el evangelio de Jesús según Marcos, escribió de sí mismo, en tercera persona, cuando describió a un joven que tuvo que huir desnudo, del huerto de los olivos, la noche del arresto de Jesús (Marcos 14: 51-52) 
Marcos, antes de ser el secretario, el hijo espiritual de Pedro, fue compañero de viajes y compañero de predicaciones del gran anticristo Pablo.  Marcos y ese profeta grande y prodigioso, pero falso, se separaron luego de un fuerte e insalvable desacuerdo entre ambos, cuyos motivos quedaron guardados en secreto en su momento.  Marcos se separó del gran anticristo Pablo, de improviso y sin una mínima explicación de por medio, regresando Marcos a Jerusalén.  Luego de saber la verdadera identidad secreta del gran anticristo Pablo, cualquiera saca conclusiones de cuáles serían las razones secretas, tan importantes, como para quedar esa separación fuerte de Marcos, registrada entre las crónicas de los apóstoles, unos verdaderos apóstoles de Jesús y otros falsos apóstoles, desde luego.  Después de dejar la compañía del gran anticristo Pablo, cuya verdadera doble identidad era un secreto, Juan Marcos, acompañó a Pedro hasta el final de sus días, fue sus secretario y dicen algunas tradiciones que Marcos escribió en parte lo que Pedro predicaba en Roma.

167.    La negación de Lucas.  Lucas escribió el evangelio de Jesús como un evangelio de autor desconocido, sin firma alguna.  Se sabe que este tercer evangelio, el del viviente con rostro de toro, lo escribió Lucas, por sus semejanzas de estilo con el libro de los hechos de los apóstoles, pues ambos libros los dedica el mismo escriba, a un supuesto discípulo, llamado Teófilo, que quiere decir, el que tiene sed del conocimiento de Dios.  También sabemos que los dos libros los trascribió el mismo escriba, porque les da los nombres de primer libro sobre el testimonio de Jesús y segundo libro sobre los hechos de algunos apóstoles.  Libro este de los hechos  de los apóstoles, que no es un evangelio de Jesús, ni está delante del trono de Dios por la eternidad, como sí lo está el primero de los dos libros, el evangelio de Jesús según Lucas
El segundo libro, el de los hechos de algunos apóstoles, es un libro humano verdadero, inspirado por el Espíritu Santo, que nos indica la vida de los primeros apóstoles, como ya dijimos, unos verdaderos apóstoles de Jesús y otros falaces apóstoles de Jesús.  El libro de los hechos ha quedado como testimonio de las obras y enseñanzas también del gran anticristo Pablo, para que las naciones, vean cómo fue que se infiltró, con cuales falacias ha seducido a las naciones y las ha extraviado hasta el día de hoy.  El engaño sin descubrir de los autodenominados apóstoles, logró mezclarse con las enseñanzas verdaderas de Jesús y con las enseñanzas de los doce apóstoles verdaderos, autorizados por la palabra de Jesús, escrita en los cuatro evangelios, donde les dice que lo que los doce apóstoles verdaderos aten o desaten en la Tierra, quedará atado o desatado en el Cielo, siendo esta una carta blanca, una autorización total para hablar y escribir en nombre de Jesús.  Autorización que usurpó el gran anticristo Pablo, en sus epístolas, y como mejor pudo, logró meterse, como él mismo lo dice de sí mismo, como un aborto, entre el número sagrado de los doce apóstoles verdaderos, sin ser de los doce
Este Lucas no firma el evangelio de Jesús con su nombre, ni se cambia de nombre, ni pone un seudónimo. Solo en el prólogo habla en primera persona, anónima, para narrar por qué, siendo un gentil, alguien ajeno al pueblo de Israel, está escribiendo una historia de judíos, tan importante para la humanidad.  Lucas fue a la fuente misma de los hechos del Mesías, con todo el respeto que el Señor merece de las criaturas que llegan a conocerlo.  Lucas escribe con fidelidad, la verdad expresada a él, por los que fueron testigos oculares de estos hechos y a la vez ministros de la palabra, es decir tuvo que hablar con la madre de Jesús y con los doce apóstoles verdaderos de Jesús (Lc 1: 1-4).
 
168.     Juan escribió en tercera persona.  Juan, siendo de tan alta importancia entre los apóstoles de Jesús y aun siendo tan importante en toda la historia del cristianismo, se negó a escribir sobre sí mismo en el evangelio de Jesús según Juan.  No escribió Juan de sí mismo en primera persona, ni aun sabiendo que era el discípulo y el apóstol preferido por su Maestro, sino que se refería a sí mismo en el evangelio de Jesús, como al discípulo a quien más amaba Jesús.  Estando tan involucrado Juan con Jesús, siendo el apóstol de confianza de Jesús, aquel a quien le revelaba más secretos, siendo aquel apóstol a quien Jesús le entregó su madre, que es la Iglesia verdadera, para que con las alas de águila de Juan, la llevase lejos de Babilonia la grande, lejos de Roma en forma espiritual, lejos de la ramera, mientras pasan los tiempos de las naciones, los tiempos de la impostura de anticristo, el falso apóstol fariseo y romano.  Siendo Juan aquel apóstol que debe volver para profetizar a los pueblos, siendo que permanecerá hasta la venida del Señor, así y todo, Juan desaparece del relato de la vida de Jesús, en el evangelio que escribió sobre la vida del Mesías, que es Jesús y nadie además de Jesús.  Juan solo se menciona a sí mismo con nombre propio, cuando tuvo que enumerar la lista de los doce apóstoles. Es un respeto grande y lleno de la sabiduría verdadera de Dios, opuesta en todo, esta sabiduría de los evangelios, a las enseñanzas del anticristo, que han seducido a las naciones durante dos mil años, en el trono del imperio de la Gran Babilonia espiritual, en el trono idolátrico.

169.    Sin negarse no hay evangelios, ni apóstoles, ni cristianos.  Jesús es el cristo de Dios, por la negación de su voluntad para hacer solo la voluntad del Padre.  Jesús da a conocer al Padre porque se niega a sí mismo.  Los evangelistas dan a conocer a Jesús porque se niegan a sí mismos.  Lo doce apóstoles verdaderos de Jesús hablan en nombre de Dios autorizados porque se niegan a sí mismos.  Todos son uno con el Padre porque se negaron a sí mismos.  La negación de sí mismo es imprescindible, es absolutamente necesaria para ser un verdadero cristiano, para ser discípulo de Jesús, nacido de la lectura los cuatro evangelios y de las enseñanzas de los apóstoles verdaderos de Jesús.  Mucho más es imprescindible negarse a sí mismo para ser no solo seguidor de Jesús, sino para poder dar testimonio puro de Jesús, ya sea para predicar o para escribir sobre Jesús. Una mínima falta de negación, convierte al ser humano en usurpador de la gloria de Jesús, lo convierte en anticristo.  Anticristo no es el que en todo está contra Cristo, sino el que se desvía tan solo un poquito de Cristo y así enseña a la humanidad.  Por eso Pedro escribía que no pretendamos muchos de nosotros hacernos maestros, sabiendo que seremos juzgados más severa mente
Negarse a sí mismo es la esencia misma del cristiano, de todo seguidor de Cristo, es algo que no se puede dejar de hacer, y no se puede dejar de buscar la perfección de la negación, durante toda la vida hasta el último minuto. Negarse no es algo opcional, es negar uno su voluntad y sus deseos para que Cristo haga su voluntad y sus deseos en uno, así como Cristo se negó Él a sí mismo para que el Padre hiciera su voluntad y sus deseos en Cristo.  Así como el Espíritu Santo no habla por sí mismo, sino que habla lo que el Padre y el Hijo le dicen. Negarse a sí mismo es la única forma de ser uno con Cristo y con el Padre, no hay otra forma de ser cristiano, nadie puede ser uno con Cristo sin negarse
Por eso dice Jesús en una de sus parábolas, que el banquete de bodas se llenó de personas buenas y malas, pero todos tenían el vestido de bodas, que es negarse a sí mismo, con la excepción de uno de los invitados, el gran anticristo Pablo, que no tenía el vestido de bodas, no se había negado a sí mismo en un todo y por todo, sino que su negación había sido solo en parte, negación aparente, por lo que el día de las bodas del cordero, el día del juicio, fue arrojado a las tinieblas exteriores. Solo hasta el día final, la humanidad toda, sabrá quién era en verdad el gran anticristo Pablo, el falso profeta infiltrado, el seductor, el engañador.  El traje de bodas, el distintivo de los invitados a las bodas del cordero, la señal de la nueva alianza, es negarse de verdad a uno mismo.  Es no ser alguien, es ser nadie, para que Cristo entre en uno a través de sus enseñanzas
El gran anticristo Pablo en verdad se negaba a sí mismo en algunos aspectos de sus enseñanzas, pero en muchos aspectos enseñó a los cristianos a afirmarse, no les enseñó a negarse a sí mismos, les enseñó a ser soberbios, a dar testimonio de sí mismos, y miles de millones de seres humanos fracasaron en el cristianismo, puesto que pusieron sus ojos en el gran anticristo Pablo, que les llamaba tanto la atención, y se hicieron semejantes a él por millones, se hicieron fariseos, se hicieron hipócritas, se hicieron amadores de sí mismos, buscando su propia gloria, siguiendo el nefasto ejemplo del gran anticristo Pablo. Todo impostor se reconoce por la ausencia de la negación total, se reconoce por una negación parcial de sí mismo, es decir, todo impostor se reconoce por la ausencia del verdadero traje de bodas.

170.    Nadie puede escribir un quinto evangelio. Nadie tiene ese poder. Nadie es tan importante.  Nadie puede escribir un quinto evangelio, puesto que no hay cinco ángeles, no hay cinco querubines, no hay cinco vivientes, delante del trono de Dios, dando testimonio de Jesús por toda la eternidad, rodeando al cordero de Dios.  Hay muchos evangelios escritos desde los primeros tiempos, pero solo hay cuatro evangelios autorizados por Dios mismo.  Solo hay cuatro sobrevivientes.  Los profetas  Ezequiel y Juan vieron solo a cuatro vivientes delante del trono de Dios. (Ez 1: 1-7), (Ez 10: 9-22), (Apocalipsis 4: 1-10).  No fue visto un quinto ángel, un quinto serafín, un quinto viviente
Nadie puede ser un quinto viviente, un quinto querubín, un quinto evangelio, igual que nadie puede ser el treceavo apóstol de Jesús, pues Jesús a nadie constituyó como su treceavo apóstol. Anatema ha sido, es y será siempre quien pretenda ser, ya sea quinto evangelio o el treceavo apóstol, y ambos anatemas de pretender ser el treceavo apóstol y además tener un quinto evangelio, se hizo el gran anticristo Pablo, para poner a prueba a los cristianos de toda la Tierra y de todos los tiempos, a ver si se dejaban engañar por un falso profeta, aunque fuera un obrador de milagros y prodigios.  El anticristo, para poder engañar a miles de millones de seres humanos, tenía que pretender ser el treceavo apóstol y pretender tener un evangelio propio aparte de los cuatro evangelios, y así lo hizo.

171.    Si aceptas evangelios humanos, pierdes a Jesús.  Si cambias las enseñanzas de los cuatro evangelios, por enseñanzas humanas, pierdes a Jesús.  Los cuatro evangelios son algo nunca antes visto sobre la faz de la Tierra. Los cuatro evangelios no son de este mundo, no son de la Tierra. No hay tesoro que pueda comparárseles a los cuatro evangelios.  Nada hay sobre la Tierra semejante a esos cuatro evangelios, ni hay algo más importante que esos cuatro evangelios, ni lo habrá sobre la Tierra.  Al elogiarlos a ellos cuatro, como la fuente celestial de donde mana la sabiduría de Dios, que desciende del Cielo a la Tierra, según nos fueron revelados por Dios, no estamos desestimando a los demás escritores y escrituras, ni destruyéndolos, solo estamos reconociendo el lugar de escrituras sagradas, eternas, que no pasarán, lugar sagrado dado por Dios, a esos cuatro evangelios cuando los creó, desde la eternidad.  Los cuatro evangelios son el código de Dios, los demás libros son de la Tierra.  Si alguien da un testimonio de Jesús no procedente de la fuente celestial, no procedente de los cuatro evangelios, no está unido a la vid, no tiene a Jesús, no va por el sendero de Dios, es del anticristo.

172.     Juan vio a un ángel volando con un evangelio.  Juan vio en el Cielo, al final de los tiempos, a un ángel volando, con un evangelio eterno procedente del Padre, para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, tribu lengua y pueblo (Apocalipsis 14: 6).  ¿Será ese un supuesto quinto evangelio, el esperado por gran parte de la humanidad, que esperan que alguna palabra, de un momento a otro, cambiará la forma de ver el cristianismo?
Pero no lo vio Juan como un quinto evangelio, una verdad adicional sobre Jesús, no vio Juan a ese ángel volar por lo alto de Cielo con un nuevo evangelio, sino que es un evangelio eterno dado a conocer a los hombres, al final del tiempo.  Es al final de los tiempos que viene ese ángel, volando por lo alto del Cielo, con ese evangelio eterno, como testimonio a las naciones.  No es un pregón destinado a que las naciones conozcan mejor a Jesús.  Ese evangelio es, en verdad, un juicio a los hombres, que no creyeron en los cuatro evangelios de Jesús, y le añadieron las falaces enseñanzas del anticristo principal, el gran anticristo Pablo, y las enseñanzas de los demás teólogos y maestros humanos  (Apocalipsis 14: 6-8)
Ese evangelio eterno ha de coincidir, perfectamente, con los cuatro evangelios, y es la prueba de que Jesús fue fiel a la palabra que el Padre le dictó, desde el trono celestial, por lo que a su vez es el juicio de Dios, que cortará de raíz las falacias, que le había añadido el gran anticristo Pablo, al evangelio de Jesús.  Pero ya será tarde para los que traspasaron las enseñanzas de Jesús, porque ya será la hora del juicio de Dios, ya será la hora final, según dice el apocalipsis.  De no ser así, de no ser suficiente con los cuatro serafines, con los cuatro evangelios, de ser necesaria una nueva revelación, un nuevo evangelio, entonces la enseñanza de Jesús hubiera sido incompleta, el Señor habría perdido su tiempo aquí en la Tierra, y los que no hubieran podido conocer esa revelación complementaria, estarían por fuera de la salvación, por tener información insuficiente





TRES QUERUBINES SEMEJANTES
Y UNO DIFERENTE


173.    Son tres y uno en el Cielo y en la Tierra.  Igual que en el Cielo, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son tres, pero a la vez son uno, así mismo aquí en la Tierra, los cuatro evangelios, el verbo eterno, las escrituras sagradas de Dios, también son tres semejantes y uno diferente.  Hay tres evangelios llamados sinópticos, que narran las obras que hizo Jesús sobre la Tierra, que describen las obras tanto justas como injustas, que recibió Jesús, de personas de su pueblo, y de personas de los otros pueblos.  Tres evangelios que además trasmiten a la humanidad las enseñanzas que habló Jesús al pueblo de Israel.  Más hay otro evangelio diferente a los tres sinópticos, el evangelio que escribió Juan, el discípulo que Jesús más amaba, evangelio llamado espiritual, porque describe aún más, lo que Jesús pensaba, y narra más las enseñanzas privadas, que el Señor les hablaba a sus doce apóstoles verdaderos.  Aquí en la Tierra, estos cuatro libritos, son las ruedas que vio el profeta Ezequiel, debajo de los vivientes celestiales, y esos cuatro libritos están unidos, entrelazados
Los cuatro evangelios, aquí en la Tierra, se llaman: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, por ser los nombres de los privilegiados receptores de tan gran revelación, directamente descendida del Cielo.  Pero allá, delante y alrededor del Trono de Dios, esos mismos cuatro seres se llaman ángeles, querubines, serafines, o vivientes, con rostro de hombre (ángel),rostro de león, rostro de buey y rostro de águila voladora.  Unos y otros, los libros en la Tierra, y los querubines en el Trono de Dios, son los mismos
Son tres querubines, puestos en su lugar delante y alrededor del trono de Dios, tres querubines que ya dieron en la Tierra el testimonio de Jesús que iban a dar, que ya profetizaron, porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.  Pero diferente a los tres, hay un águila volando permanentemente alrededor del Trono de Dios, está en actividad, pues aún debe el águila profetizar más, hasta el final de los tiempos, según le profetizó el Señor a Juan.  Hay uno de los querubines que debe seguir profetizando, un espíritu de profecía, un viviente, que permanece presente siempre hasta la venida del Señor.  Ese querubín solitario que permanece hasta la venida del Señor, no es, entonces, solo un libro de Juan, pero tampoco es el apóstol Juan
Ese querubín es el águila, que debe volver a reconstruir el templo de Dios, el templo sagrado de la palabra de Dios, que está destruido por los engaños del gran anticristo Pablo, por los engaños del emperador de la Gran Babilonia espiritual, el cesar espiritual, que tiene secuestrada a la verdad de Jesús, mientras pasan los tiempos de las naciones.  Porque al falso profeta, que es  el gran anticristo Pablo, le fue dado, desde el trono mismo de Dios, cumplir el designio, de hacer la guerra espiritual a los santos verdaderos de Jesús, hacer la guerra a los doce apóstoles verdaderos de Jesús y hacer la guerra a los cuatro verdaderos evangelios, suplantándolos, con un treceavo apóstol y con un quinto evangelio falsos, y así vencerlos, mientras pasan los tiempos de las naciones, tiempos decretados por Dios.

174.    El orden de los evangelios según Juan.  Los profetas que vieron a los vivientes delante del trono de Dios, los describen en dos órdenes diferentes.  El orden en que fueron vistos por Juan los cuatro vivientes, es posible que sea su orden de aparición aquí en la Tierra, el orden que se supone que fueron escritos por los evangelistas, el orden de su descenso, desde el trono de Dios hacia la tierra (Apocalipsis 4:7).  Se cree que primero fue escrito el evangelio de Jesús según Marcos (León), luego el evangelio de Jesús según Lucas (Toro), luego el evangelio de Jesús según Mateo (Ángel) y por último el evangelio de Jesús según Juan (águila voladora). Podemos decir que Juan veía más del Cielo a la Tierra y Ezequiel veía más desde la Tierra.  Juan los vio como descendieron, pero Ezequiel los vio en el orden en que por siglos han sido presentados a la humanidad porque así representan como han de llegar a toda la humanidad, desde Jerusalén hasta los confines de la Tierra.

175.    El orden de los evangelios según Ezequiel.  Es el mismo orden, en el cual el Señor nos ha presentado en la Biblia, durante miles de años, a los cuatro vivientes aquí en la Tierra, el orden en que Ezequiel describió los rostros de los cuatro vivientes que vio junto al río Quebar.  Es decir: Ángel (Mateo), León (Marcos), Buey (Lucas) y Águila (Juan).  El evangelio de Jesús según Mateo, es el evangelio de un israelita a los israelitas.  El evangelio de Jesús según Marcos es el evangelio de un israelita a los gentiles y el evangelio de Jesús según Lucas es el evangelio de un gentil a los gentiles.  Ese es el orden, desde Jerusalén hacia todas las naciones.  Con estos tres evangelios sinópticos, el mensaje de Dios se hace extensivo, universal, desde el pueblo de Dios, desde el pueblo de Israel a todas las naciones gentiles, que no eran israelitas, y que nada sabían del Dios verdadero.  Así Dios, Jesús, se dio a conocer a todos los pueblos, las razas, las lenguas de la Tierra.  Por último, el evangelio de Jesús según Juan, es el evangelio de como pensaba Jesús a un nivel más profundo y más alto, es para los que ya son seguidores de Jesús.

176.     Primero la semilla del cien por ciento.  El primer querubín de las visiones de Ezequiel es el evangelio de Jesús según Mateo.  El evangelio de Jesús según Mateo es el serafín, con rostro de ángel, o de hombre, y según la parábola del sembrador, es la semilla descendida del cielo y sembrada en buena tierra, que ha dado frutos al ciento por ciento (Mt 13: 1-15).  En este evangelio, las condiciones para seguir a Jesús, según las palabras de Jesús, son más estrictas que en los otros dos evangelios sinópticos, y por lo tanto son cien por ciento fructíferas, más que en los otros dos evangelios, dirigidos a los gentiles, a las naciones.  Por ejemplo, los discípulos que salían a predicar las enseñanzas de Jesús, no debían llevar, ni dinero, ni dos mudas de ropa, ni calzado, ni bastón (Mt 10: 9-10).  A  más exigencia, más negación de sí mismos y por lo tanto más frutos.  El pueblo israelita podía dar al cien por ciento los frutos, más que los pueblos gentiles, pues los israelitas tenían más disciplina, ya estaban acostumbrados a las leyes de Moisés, que les permitía a los profetas subsistir sin bienes materiales, con humildad, tomando el alimento diario de las huertas, porque así estaba escrito en la ley de Moisés.  Era un pueblo generoso por ley. Pero entre los pueblos gentiles, a los que fueron dirigidos inicialmente los evangelios escritos por Marcos y por Lucas, las leyes no decretaban la generosidad con el pobre, con el profeta, con el huérfano y con la viuda.  En el pueblo de Israel, según la ley, un ser humano podía sobrevivir simplemente siendo profeta, siendo peregrino.  Por eso la enseñanza de Jesús en este evangelio es más austera, a tal punto que no acepta que los discípulos lleven dos mudas de ropa, ni calzado, ni bastón, ni dinero, sino sueltos, totalmente libres, totalmente expuestos a la voluntad de Dios, la más absoluta perfección de la libertad.

177.    Segundo la semilla del sesenta por ciento.  El segundo querubín de las visiones de Ezequiel, es el evangelio de Jesús según Marcos, secretario personal, el hijo espiritual de Pedro (1ª Pe 5:13).  Que es el querubín, el serafín, con rostro de león, y que es la semilla descendida del cielo y sembrada en la tierra, que ha dado frutos al sesenta por ciento.  Es el segundo porque es el evangelio de un israelita a los gentiles convertidos de Roma.  En el evangelio de Jesús según Marcos, el Señor es presentado como el hijo de Dios, como el Mesías, pero no es presentado con todas las referencias, a las profecías propias del pueblo de Israel.  Es un evangelio universal, donde Jesús es el salvador de todos.  En este evangelio las condiciones para seguir a Jesús, son un poco menos estrictas que en el evangelio de Jesús según Mateo, pues podían llevar bastón y sandalias (Mr. 6: 7-10).  Entre los pueblos gentiles no había la posibilidad de una persona vivir tomando su sustento de las huertas y estar protegido por la ley.  Por eso las condiciones para predicar el evangelio, que se leen en el evangelio de Jesús según Marcos (Mc 6: 8-10), que no es un israelita a evangelizando los israelitas, sino un israelita evangelizando a los gentiles, que residían en Roma, por eso tiene condiciones entre las cuales es aceptado, que sí podían llevar sandalias y bastón, es decir que podían protegerse y apoyarse.  Quien se guíe por las instrucciones para predicar el reino de Dios, según el evangelio de un israelita a los gentiles, (Marcos), será solamente un poquito menos estricta su disciplina, al poder llevar sandalias y bastón, y dará un fruto de sesenta por ciento, no tan abundante como el primero, pero fruto bueno a fin y al cabo. Porque aunque el predicador sea israelita, los convertidos no están familiarizados con la ley de Israel ni con sus mejores costumbres de dar sustento al profeta, al peregrino, al huérfano y a la viuda, y por lo tanto ha de verse el predicador con la tarea de velar por su propio sustento entre el pueblo gentil.

178.     Tercero la semilla del treinta por ciento.  El tercer querubín de las visiones de Ezequiel es el evangelio de Jesús según Lucas, que es el querubín, el serafín, con rostro de buey, y es la semilla descendida del cielo y sembrada en la tierra, que ha dado frutos al treinta por ciento (Lucas 9: 3) (Lucas 10: 4) (Lucas 22: 35-38).  El evangelio de Jesús según Lucas es el evangelio de un gentil a los gentiles.  Este evangelio describe una genealogía de los antepasados terrenales de Jesús, desde José, el esposo de María, hasta Adán, en la que Jesús es hijo de Adán, e hijo de Dios.  En este evangelio Jesús vino a salvar no solo al pueblo de Israel, sino a toda la humanidad.  Esa es la razón de que un gentil, ajeno al pueblo de Israel, hubiese sido elegido por Dios, obviamente, desde la eternidad, para dar testimonio de Jesús, en el grupo de los cuatro vivientes, en el selecto grupo cerrado de los cuatro evangelios. 
Por la sabiduría de Dios, es de vital importancia para Cristo, en este evangelio a las naciones, en este evangelio de Jesús según un gentil a los gentiles, que el mensajero de Dios no dependa, para el sustento diario, de las dádivas de hombres desconocedores de la palabra de Dios.  Entre las naciones gentiles, no hay leyes que obliguen a los productores de bienes materiales, a darles a los profetas, con qué alimentarse, como ocurría en el pueblo de Israel, que por la ley de Moisés, los indigentes y los profetas podían tomar de las huertas, lo estricto para calmar el hambre, más no para llevar en la bolsa.  Por esto decía Jesús, en el evangelio según Lucas, a los que iban a ser predicadores entre los gentiles, que no dependieran para su subsistencia, de aquellos a quienes debían predicar el evangelio del reino de Dios, porque entonces no serían libres de decir lo que Jesús había enseñado a su pueblo.  Si los mensajeros de Dios, reciben paga de las ovejas, por su predicación, su mensaje estará condicionado por las creencias de las ovejas, dando pie a que sea vendido el evangelio, el cual, según Jesús, ha de darse gratis
En el evangelio de Jesús según Lucas (Lucas 22: 35-39), dice que cuando Jesús envió a los suyos a predicar, en medio de las ovejas de la casa de Israel, sin monedero, ni bolsa, ni sandalias, nada les faltó, pero que ahora, después de ido Jesús a donde su Padre, mientras vuelve por segunda vez, entonces el que tenga un monedero, que lo lleve, así mismo el que tenga una bolsa, que la lleve.  Debido a que hay que llevar bolsa material y espada espiritual entre los gentiles y se pierde mucho tiempo en ello, hay muchos menos frutos verdaderos y abundantes entre los gentiles para los siervos de Dios, pero son frutos celestiales, son frutos de verdad, es ese treinta por ciento real y verdadero de la parábola del sembrador, que es la buena cosecha de los siervos sembradores de la palabra de Jesús entre los pueblos gentiles.

179.    El cuarto querubín de las visiones de Ezequiel.  Es el evangelio de Jesús según Juan, que es el querubín, el serafín, no ya con cuerpo de ángel y rostro de un ser viviente, como los otros tres querubines, sino todo él con forma de águila volando, no águila quieta, sino águila volando.  Es el cuarto ser viviente visto por los profetas delante del trono de Dios y es el cuarto de los evangelios en ser presentado en las escrituras.  En el evangelio de Jesús según Juan, se cumple a la perfección la enseñanza de Jesús, que dice que los últimos serán los primeros
El evangelio de Jesús según Juan, es diferente a los otros tres evangelios, y por eso se sabe que coincide con el viviente que está en actitud diferente.  Los otros tres vivientes tienen rostros diferentes, pero el cuarto viviente toda su forma es diferente, tiene cuerpo de águila.  El águila está en actividad permanente por los siglos delante del trono de Dios, no está asentada en lugar alguno, fue vista volando por siempre, lo cual no se dice de los otros tres vivientes.  Es que Jesús hizo reposar en Juan, su apóstol preferido, todo espíritu de profecía (Apocalipsis 10: 11) (Juan 21: 20-24)
En el Apocalipsis dice que a María le fueron dadas alas de águila grande, y Jesús entregó a María en manos de Juan, para que la cuidara (Juan 19:26-27).  Esas son las alas de águila que le fueron dadas a la Iglesia virgen, a la iglesia pura, para que volase al desierto, oculta, mientras pasan los tiempos de las naciones.  Jesús le entregó su madre a Juan, para que la oculte de la bestia, del falso profeta, que es el gran anticristo Pablo, para que la oculte de las naciones, mientras pasan los tiempos de las naciones, las cuales, extraviadas en pos de las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, pisotearán la verdad de Jesús, durante un tiempo autorizado por Dios, en el cual sus doce apóstoles verdaderos y los cuatro verdaderos evangelios de Jesús, serán despreciados y pisoteados, vencidos temporalmente por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo.  María es el símbolo de la Iglesia virgen, la iglesia pura, sin contaminación, la iglesia de los doce apóstoles verdaderos de Jesús, la cual se va a desposar con el cordero (Apocalipsis 12: 1-6 y 14) 
El viviente con forma de águila voladora, más que un evangelio, es toda una entidad profética, el cuarto viviente no parece ser un solo libro, sino los libros del apóstol preferido de Jesús.  Esa es la doble herencia que recibió Juan, el primogénito espiritual de Jesús.  Dijo Jesús que Juan permanecerá hasta que El vuelva (Juan 21: 20-24).  Le fue revelada por Dios, a Juan, la profecía del Apocalipsis (Apocalipsis 1: 1-20).  Le es dado a Juan un librito, que debe recibir de las manos de un ángel (Apocalipsis 10:8-11).  Juan será enviado de nuevo a profetizar a los pueblos, a las naciones, a las lenguas.  Le fue dada a Juan por un ángel, una caña de medir, para que midiera el templo, para reconstruirlo, pues el templo de las enseñanzas verdaderas de Jesús estaba destruido (Apocalipsis 11:1-2) por las naciones extraviadas por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo
El águila aún tiene la palabra hasta el final de los tiempos y de la consumación de todas las cosas.  Toda profecía está hasta el final en la boca y en las manos del águila de alas grandes.  El águila, que es Juan y sus escritos, permanece hasta la venida del Señor.  Por todo el tiempo de su permanencia, el águila ha tenido, tiene y tendrá la palabra




EN MEDIO DE LOS CUATRO EVANGELIOS 
ESTÁ EL CORDERO
En ninguna otra parte de toda la Tierra es hallado Jesús.


180.     Los cuatro  evangelios son los cuatro cuernos del altar. Sobre ese altar, que hay delante del trono de Dios, reposa por toda la eternidad, el cordero degollado y vuelto a la vida.  Los cuatro evangelios son los cuatro cuernos del poder que hay en ese altar, es decir: los cuatro evangelios son los cuatro conos del conocimiento de Dios.  El arca de la alianza, donde se conservaban los testimonios de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel, la llevaban cuatro personas.  Este es un símbolo de los cuatro vivientes, que son los portadores eternos del testimonio de Jesús, que es la nueva alianza entre Dios y toda la humanidad.  En medio de los cuatro portadores de esa arca espiritual está Jesús, el cordero degollado.  Nadie además de los cuatro vivientes es portador del testimonio eterno de Jesús, las enseñanzas de nadie más tienen ese valor sagrado y eterno
Los cuatro vivientes fueron vistos alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4: 6), y en medio del trono y de los cuatro vivientes fue visto el cordero eternamente (Apocalipsis 5:6).  Es absolutamente necesario llegar a los cuatro vivientes, para conocer a Dios, es absolutamente necesario reconocer que nadie además de los cuatro vivientes es imprescindible para conocer a Dios.  Quien desee conocer a Dios no puede desconocer a los cuatro evangelios.  Porque en nadie además de los cuatro evangelios vive el testimonio de Jesús, por los siglos de los siglos.  Sin pasar por los cuatro evangelios es imposible acercarse a Dios.  Cuando el Padre te lleva a donde Jesús, es a los cuatro evangelios a donde Dios Padre te lleva, para que en los cuatro evangelios halles a Jesús.  Los cuatro evangelios son la única puerta de entrada a la presencia de Dios, porque Jesús es la puerta y solamente en ellos en los cuatro evangelios, esta Jesús, en nadie más está Jesús.  Nadie además de ellos cuatro es Jesús, nadie además de ellos cuatro, es la puerta de unión entre la Tierra Y el Cielo
Las enseñanzas falaces del anticristo, son un velo tenebroso, tendido sobre toda la humanidad para probarla, y esas falacias no dejan ver la importancia de los cuatro testigos, que son los cuatro querubines, que son los cuatro evangelios.  Todo el que vea al verdadero Jesús, al de los cuatro evangelios, no se dejará extraviar de las falacias del gran anticristo Pablo. Teniendo a los cuatro evangelios, no necesitas quien te guíe hacia Dios, a nadie necesitas, porque los cuatro evangelios te llevan directo a Jesús, a su presencia, en el trono de Dios, ellos te presentan inmediatamente a Dios mismo, en persona
Los cuatro evangelios son el sendero de luz hacia Jesús, porque a Jesús en ninguna otra parte, y en nadie más lo pueden hallar los seres humanos.  Los hombres te pueden dar a conocer solamente el Jesús que hay en los cuatro evangelios, no pueden darte los hombres a conocer a otro Jesús, pues no hay otro Jesús Cristo, sino el de los cuatro evangelios.  La suma de los cuatro evangelios es el altar sobre el que reposa el cordero degollado, delante del trono.  Los cuatro evangelios son los cuatro cuernos de ese altar. Los cuatro evangelios son los cuatro que portan esa verdadera arca de la alianza, sagrada y eterna.

181.    Jesús envió su testimonio en los cuatro Evangelios.  Jesús se fue al reino de los Cielos, al lado de su Padre, en el trono de Dios.  Pero, según Jesús lo predijo, luego Él mismo nos envió a sus palabras, su testimonio, como un regalo celestial, en sus cuatro Evangelios (Mt 24: 35).  Esos cuatro evangelios, enviados desde el Cielo por Jesús, aquí nos esperaban, cuando llegamos a la Tierra, miles de años después.  Los escritores terrenales de los cuatro evangelios, no nos hablaron de sí mismos en ellos, sino que nos revelaron cuatro formas de conocer a Dios, y por eso al ver y oír sus frases, ve uno y oye a Jesús, y no a ellos.  Aún más, en estos cuatro libritos, en los cuatro evangelios, los que los escribieron, nos hablan del Maestro, evitando opinar o hablarnos en nombre de Jesús, evitando dar sus opiniones personales. Los escritores terrenales de los cuatro evangelios, no se van más allá del mensaje puro de Jesús, sin traspasarlo y sin adulterarlo.  Los cuatro evangelistas se abstuvieron de tomarse la atribución de hablar en nombre de Jesús
No se puede llegar a la presencia de Dios por otros senderos diferentes a su palabra, a sus Evangelios.  Los cuatro evangelios son ineludibles e imprescindibles, para conocer a Dios Padre y a Jesús el Hijo.  Los cuatro evangelios son el único sendero de la perfección y el único sendero de la sabiduría verdadera para los verdaderos cristianos.  No hay otro sendero, no hay otra perfección, no hay otra verdad.  Los cuatro evangelios son el sendero verdadero de la vida.  Los cuatro evangelios son Dios en Espíritu, los cuatro evangelios son Dios en verbo.  Los cuatro evangelios son el verbo eterno mismo en persona.  Los cuatro evangelios son las palabras de Jesús, son el Espíritu de Dios, enviado a toda la Tierra, son la misma presencia de Dios.

182. Los sabios del mundo menosprecian los cuatro evangelios.  Hombres sabios a los ojos de los hombres, pero indoctos a los ojos de Dios, engañados por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, menosprecian el alto valor de los cuatro evangelios, y dicen que son muy imperfectos, comparados con los libros humanos de los grandes escritores, porque los autores de los cuatro evangelios eran unos hombres rudos, pescadores, incultos, hombres antiguos, que por eso el valor literario de los cuatro evangelios es deficiente, pero que se les perdona, por ser los cuatro evangelios.  Esa es una de las razones por las cuales creen que hay libros superiores a los cuatro evangelios, y que los cuatro evangelios se pierden en medio de muchas obras magistrales de la literatura universal
Pero nada está más fuera de la verdad.  Los libros de los hombres soberbios, empezando por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, son poca cosa, nada son todos los libros de los teólogos del mundo cristiano, al lado del origen celestial de los cuatro evangelios, pues los cuatro evangelios no son palabras de hombres, sino que son las palabras de Dios mismo, por lo que con las palabras de nadie se les puede comparar.  La sabiduría dice que el hombre de Dios necesariamente debe reconocer que los cuatro evangelios están fuera de comparación, son inalcanzables para los autores humanos, son perfectos a los ojos de Dios, que es su creador, son el verbo de Dios, son los libros de Dios, son las escrituras verdaderamente sagradas, que Dios tiene eternamente delante de su trono.  Si ante algo pudiera postrarse uno, hacer reverencia, en toda la extensa Tierra, es ante estos cuatro evangelios, los sabios humanos, engañados por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, se dan el lujo fatal de menospreciar su valor.

183.    El que lee los evangelios aquí, los lee allá en el Cielo.  No es necesario irse hacia el pasado, para reconocer la veracidad y la autenticidad de las palabras de Jesús, impresas en los cuatro evangelios, pues son esas mismas palabras todo poderosas de Dios, las que atraviesan, sin adulteraciones, los siglos, para dar, a todos los que crean en esas palabras, la vida infinita.  Esas palabras eternas que están delante de ti cuando lees los cuatro evangelios, y a la vez están delante del trono de Dios, esas palabras son el sendero, el puente al trono de Dios y a la vida infinita.  Al leerlas aquí en la tierra, las estás leyendo delante del trono de Dios.  Por tanto, al estar tú delante de ellas, leyéndolas u oyéndolas, estás delante de Dios en Espíritu 
Esos cuatro libritos, son la verdadera rosa de los vientos, que nos guía por la vida y nos orienta.  Sin los cuatro evangelios erraríamos sin rumbo.  Esos cuatro vivientes, que han salido a soplar su Espíritu en la Tierra entera, de oriente a occidente y de norte a sur, en todos sus confines, esas humildes palabras, lejos de volver vacías a nuestro Maestro, están regando la Tierra con su lluvia, y dan semillas a los sembradores, y son ellas, y solo ellas, el pan y el vino de la vida infinita, la santa cena que compartimos.  Esas palabras de los cuatro evangelios son el cuerpo de Jesús y son su sangre (Juan 6: 53-63), y esas palabras de los cuatro evangelios serán prosperadas en aquello para lo cual Jesús las envió a recorrer la Tierra.

184.    Hablar en el lenguaje de los cuatro evangelios.  Si lees los otros libros y no los lees a ellos cuatro, los cuatro evangelios, no puedes conocer a Dios, no conoces a Dios.  Pero si lees solamente esos cuatro libritos en toda tu vida y no deseas leer más libros, sí llegas a conocer a Dios.  Leyendo solamente esos cuatro libritos, estás en la mismísima presencia de Dios, descendida desde el trono celestial a la Tierra
Para ser oído delante de la presencia de Dios, es necesario hablar en el mismo lenguaje de los cuatro evangelios.  Si no hablas el lenguaje de los cuatro evangelios, Dios si te oye, porque Él te oye todo, pero no le da validez a tu adoración, puesto que no respetas sus palabras, su verbo eterno, el que Él te envió y que conoces.  Dios no se deja convencer con discursos humanos, ni con argumentos.  No serás escuchado por tu mucho hablar, ni por tu elocuencia humana, sino por tu amor a esas palabras sagradas, que Él se tomó el trabajo de traerte, pagándolas con su sangre.  Esas palabras de Él en ti, en tu mente, son el sello de la alianza entre Jesús y tú.  Si Jesús en verdad es tu Maestro, tomas su mente y piensas como El.  Con solo estar leyendo, o escuchando, o conversando sobre las enseñanzas que hay en los cuatro evangelios, estás en la presencia de Dios, solamente así conoces a Dios, no te dejes robar el lugar santísimo, del templo de la verdad de Dios, con las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo,  y con las fábulas artificiosas, y las parábolas que se han inventado sus seguidores, todos unos falsos profetas, puestos ahí por el diablo, autorizado por Dios, para probarte a ver si oyes la voz del Pastor verdadero de las ovejas, o si te dejas desviar por los falsos pastores, por aullidos de lobos vestidos de ovejas.