PRÓLOGO



Este mensaje todo es sobre el libre albedrío.  Este mensaje desea ayudar a entender la suprema libertad que se halla en la verdad total, en la verdadera verdad, donde los probadores, que son el diablo y su hijo el gran anticristo Pablo, con sus pruebas, proponiéndonos sus senderos, aparentemente sin errores, pero que en verdad son senderos falaces, son los garantes de esa libertad total, de ese absoluto libre albedrío, dado por Dios a todos los seres humanos.  Pues esas falacias las hicieron, respaldados con el poder que les fue dado de hacer señales y prodigios, con la previa autorización de Dios.  Puesto que si no tuvieran el poder de hacer señales y prodigios, y si además el gran anticristo Pablo no diera su vida por Jesús, pretendiendo haber ido al cielo y vuelto, ninguno de los seres humanos se engañaría a sí mismo, con esas falacias que ellos han venido a proponer.  Dios Padre autorizó todas las falaces estrategias de esos dos grandes probadores, dándoles total libertad de tratar de extraviarnos con engaños y apariencias, sabiendo que a los que en verdad son de Dios, nadie los podrá desviar del luminoso sendero eterno, que es las enseñanzas de Jesús y las enseñanzas de nadie además de las de Jesús.


Estas verdades son descubiertas hoy en paz y con alegría.  Este mensaje, en el cual las verdades han dejado de estar selladas, y que por esa razón se puede llamar un librito abierto, fue escrito en paz, pues es un mensaje de libertad y de alegría, dirigido en principio a todos los cristianos de la Tierra, que son todos los católicos, todos los ortodoxos y todos los de la reforma protestante.  Pero este librito también fue escrito para todos aquellos que salieron del cristianismo, dudando de la fe en Jesús, debido a las miles de contradicciones internas, que al llegar a esta Tierra, hallaron sembradas en las diferentes sectas y denominaciones emanadas del cristianismo.  Contradicciones que son una consecuencia directa, de los engaños sin descubrir del diablo y de las falacias de su hijo, el gran anticristo Pablo.  Contradicciones que han hecho fracasar, extraviados, sin darse cuenta, durante siglos, a miles de millones de cristianos.  Este mensaje es un informe, sobre los sucesos que en verdad, en verdad, se dieron en el primer siglo de cristianismo.  Este mensaje hallará gracia a los ojos de todos aquellos que, siendo hijos de la verdad, oyen la voz de la verdad, aquellos a quienes el Señor les va a permitir reconocer estos secretos antes del día final.


En este mensaje no hay rabia hacia la trinidad usurpadora.  Ni el espíritu de Jesús, que se halla en los cuatro evangelios y que inspiró este mensaje, ni el mensajero, que lo recibió y lo escribió, lo mejor que humanamente pudo, tienen emociones negativas, como odio, rabia o angustia, hacia el diablo, hacia su hijo de perdición, el gran anticristo Pablo, o hacia el espíritu falaz, que esos dos usurpadores hicieron morar en la gigantesca y descomunal iglesia mundial, aquella misma iglesia que los apóstoles Pedro y Juan han llamado la Gran Babilonia (1ª de Pedro 5:13) (Apocalipsis 17:1 a 19:5).  No hay emociones negativas hacia la trinidad usurpadora, por todos los engaños sin descubrir, y por las pruebas a las que han sometido a las almas humanas, durante los pasados dos mil años.  Al saber la verdadera verdad, no queda resentimiento, sino que por el contrario, queda en el alma el profundo gozo de haber recibido al fin luces, en respuestas que estaban selladas en el silencio, por miles de años, respuestas de libertad, preparadas por Dios, para ser dichas en este tiempo, según su altísima e insondable sabiduría.

   
Este mensaje es pasajero, no es eterno.  Pues solamente las enseñanzas de Jesús, que se hallan en los cuatro evangelios, son palabras eternas, que jamás pasarán, palabras que han estado delante del trono de Dios, desde el principio de los tiempos (Mateo 24:35) (Apocalipsis 4:7-11).  Este mensaje ni siquiera es un poquito parecido a las enseñanzas de los doce apóstoles verdaderos de Jesús, puesto que según las enseñanzas eternas de Jesús, esas palabras habladas y escritas hace dos mil años, por Pedro, Juan y los demás del número sagrado y cerrado de los doce apóstoles verdaderos de Jesús, son ley en el Cielo por orden de Jesús, que no hacía su voluntad, sino que hacía según el Padre le decía.  Este mensaje pasará, como pasarán todas las palabras y enseñanzas de los seres humanos, sin excepción alguna.  Por lo tanto pasará, cuando para sorpresa de muchos, al fin dejen de tener vigencia las vastas epístolas del gran anticristo Pablo, cuando todo se cumpla, cuando todas las cosas de la Tierra pasen, cuando también pasen la ley de Moisés y los profetas (Mt 5:18) (Mateo 24:35).


Este mensaje no es de los mensajeros Pues este mensaje ha estado implícito en las escrituras sagradas, a la vista de todos los que han puesto sus ojos en ellas y las han leído, durante estos dos mil años, pero no lo habían visto, porque sus ojos espirituales tenían un velo sutil, hábilmente tejido por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo.  Este mensaje ha estado en las escrituras sagradas esperando ser descubierto, esperando ser oído, esperando ser leído.  Por lo tanto, todo aquel que delante de las escrituras sagradas, al leerlas, pida de verdad, saber la verdadera verdad, hallará este mismo mensaje, pues el mensaje del verdadero Espíritu de Jesús, hará contacto directo con él en los cuatro evangelios.


Este mensaje siempre le ha quedado grande a sus mensajeros.  Si en este mensaje hallas repeticiones, que juzgas innecesarias, si algunas frases te parecen muy largas, si crees que algunos adjetivos no son estrictamente descriptivos sino exagerados, si ves algún error, que pudo haber pasado por alto el mensajero, o si no estás de acuerdo con algunas afirmaciones del mensaje, puede ser porque este mensaje es pasajero y está sujeto a errores, ya que la verdad, que es sublime y que nadie domina, fue expresada en palabras humanas, y el mensajero es un pequeño e imperfecto ser humano, al cual le ha quedado grande hallar la expresión perfecta, la expresión celestial de este mensaje.


¿Es la hora de revelar este mensaje?   Para respetar el libre albedrío de todos; para que todo ser humano siga teniendo el dilema supremo y divino de decidir libre cual es la verdad, es absolutamente necesario hacer estas preguntas: ¿Cómo sabemos cuál es la hora, de acuerdo a la voluntad de Dios, para revelar las verdades de este mensaje?  ¿Este sí es un mensaje que revela la verdad esperada, aquella gran verdad prisionera en el secreto de la gran Babilonia, oculta por orden de Dios, que al ser revelada, dará libertad a los cristianos de toda la Tierra y de todos los tiempos?  ¿Este mensaje refleja la voluntad perfecta de Dios?  ¿Si está bien expresado el mensaje del Espíritu de Dios, en las palabras del mensajero?  ¿El mensajero está siendo fiel al mensaje que le fue entregado?  ¿Será otro el tiempo del Señor?  ¿Será otra su voluntad?  ¿Será otra la forma de expresar el mensaje?  ¿Este sí es en verdad un mensajero enviado por la voluntad celestial?  Siempre estarán presentes, y sin resolver definitivamente hasta el final, estos trascendentales dilemas, que perfeccionan el libre albedrío de todos.

 
¿Y si este mensaje no fuese verdadero?  ¿Y si no fuesen fieles los mensajeros que lo den a conocer?  Si eso fuese así en un momento dado, si el mensaje y sus mensajeros no estuvieran siendo fieles a la verdadera voluntad celestial, tanto el mensaje, como los mensajeros, desaparecerían algún día, dejarían de ser, habrían sido usados por las fuerzas de las tinieblas, para aumentar la confusión y la ignorancia de los seres humanos, serían almas pertenecientes al siniestro pacto de la niebla, por lo que los mensajeros también habrían sido almas asesinadas, en el silencioso combate espiritual de los errores.

Pero si es verdadero el mensaje, y si los mensajeros se niegan de verdad a sí mismos, y son fieles al mensaje; entonces, contra todo pronóstico, haciendo acallar las voces y las ofensas de todos los que los acusaron, pasando al lado de todos los que se opusieron, coronarán una misión que para nadie parecía posible.  Es un honor poder revelar a la luz, después de veinte siglos, las  estrategias del diablo, y desenmascarar de paso las falacias de su hijo de perdición, el gran anticristo Pablo, el par de adversarios más fuertes y de más respeto, que guerrero alguno del espíritu pudiera enfrentar sobre la Tierra, para atarlos en nombre de Jesús y para dar libertad, al fin, a los secuestrados de la Gran Babilonia espiritual.
 
      Si es verdadero el mensaje y sus mensajeros son fieles, ellos serán los que abran las puertas de la Gran Babilonia espiritual, para que sus descendientes puedan salir de ella en paz, y puedan, a su vez, entrar en paz al esperado milenio de plenitud.  Será reconstruido en la Tierra el templo de la verdad de Dios, que estaba destruido, pisoteado, mancillado por las falaces enseñanzas del gran anticristo Pablo, y por las hordas salvajes de sus extraviados seguidores.  Cuando sea santificado el nombre de Jesús y no sea más pisoteado por las naciones seducidas y extraviadas.  Todos los que, con mucha prudencia, sin alzar la voz en las plazas, como un secreto a voces, den a conocer este mensaje confidencial, harán al fin lo que nadie se había atrevido a hacer y a decir.  Ha llegado el día esperado en que Jesús reine de verdad mil años sobre la tierra, dejando atados al diablo y a su hijo el gran anticristo Pablo, el falso profeta, que extraviaba a las naciones.  La victoria se da en nombre de nuestro Señor y Padre, Jesús, el verdadero Cristo de Dios, el verdadero y único enviado de Dios Padre.