martes, 1 de noviembre de 2011

Los nombres de Dios

El antiguo testamento fue escrito en un hebreo antiguo que no usaba vocales.  El nombre de Dios se escribía con cuatro consonantes YHVH en caracteres hebreos, las cuales se pronunciaban algo así como Yavé y aparece escrito en letras latinas como: “Yahveh” “Yavé” “Yahweh”.  YHVH representan formas del verbo “SER” y quiere decir algo así como: “El quien será, es y fue” (Etimologías de chile.net Jehova.)
El tercer mandamiento de la ley judía dice que no se debe tomar el nombre de Dios en vano.  Los judíos eran muy respetuosos del nombre de Dios, por lo que no pronunciaban  el nombre de Dios.  En su lugar decían palabras como Adonay (Señor nuestro), Elohim, (Dios de dioses), Shadday (El Señor de la montaña), Emmanuel (El Señor entre nosotros), etc.  (Etimologías de chile.net Jehova.)
Durante los siglos VI al  X después de Cristo, un grupo de eruditos judíos, conocidos como los masoretas, inventaron un sistema para introducir vocales al antiguo idioma hebreo.  A los masoretas se les ocurrió, (para recordar al lector que no debería pronunciar el nombre de Dios en vano), poner las vocales de Adonay (AOA), entre las consonantes YHVH.  La primera A la cambiaron por E por razones fonéticas.  Así que combinaron YHVH y EOA, lo cual dio YEHOVAH, y después se transformó en Jehovah, cuando se tradujo al castellano.  (Etimologías de chile.net Jehova.)
En las nuevas biblias, como la de Jerusalén y todas las que NO se basan en la vulgata latina, sino que  se basan en los manuscritos antiguos (textos masoréticos), en las nuevas biblias católicas y protestantes, ya no se halla el nombre de Yahvé o Jehová, ni una sola vez, sino que dice “el Señor”.  Esto se lee bien explicado en el prólogo de todas las nuevas biblias católicas y protestantes.  El papa Benedicto XVI sabiamente exhortó a los católicos a dejar de usar el supuesto nombre de Yahvé.  
Entonces no se trata de que el hijo se llama Jesús y el padre se llama YHVH, Yahveh, Jehovah, por lo que serían dos nombres de Dios y así, a dos nombres, oran en todo el mundo ingenuamente muchos católicos y protestantes, sino que para los cristianos solo hay un nombre.  (Ver Hechos 4: 12)  El apóstol Pedro dice que solo hay un nombre para Dios, no hay dos nombres sino uno solo,  Jesús de Nazaret.  También dice el evangelio de Jesús, que el Padre creador envía el  Espíritu Santo, en nombre de Jesús, por lo tanto tiene el nombre de Jesús, puesto que es enviado en su nombre.  Ellos tres entonces tienen el mismo nombre: Jesús.  Son el Padre de Jesús, Jesús y el espíritu de Jesús.   Jesús  y nadie además de Jesús los puede dar a conocer, porque solamente Dios puede dar a conocer a Dios.
En todo el planeta Tierra, entre los siete mil millones de seres humanos, otros seres humanos estudian que su Dios recibe el nombre de Krisna, o de Alá y miles de nombres diferentes más.  Son otros supuestos dioses creadores de todo.  No se trata del mismo Dios con diferentes nombres.  Todo esto autorizado por ese Dios creador único.  Por tanto, aunque el creador sea uno solo, los seres humanos tienen  diferentes Dioses personales.  Y todo autorizado por el único.
Hasta los que se dicen ateos tienen algo como un dios en la ciencia, que es la que les dice su razón de ser, la que les da una explicación a todo el universo.  Para ellos la ciencia tiene la última palabra, por lo que de cierta manera es su dios, y hasta un código moral forman, según creen que unas actitudes son buenas y otras malas, como la conservación del planeta, no arrojar basuras, no matar ballenas, etc….es su código moral.  No que la ciencia pretenda ser dios, ni que la ciencia sea propiedad de los ateos, sino que para ellos la ciencia ha ocupado el lugar de su dios, ante ella se postran, ella les dice todo desde el principio hasta el final, es su alfa y su omega, su principio  y su final.  Están en su derecho de reconocer a la ciencia humana como la última palabra.  Pero la ciencia es propiedad de todos los seres humanos, desde la creación, no es propiedad privada de los que no creen en Dios.  Los demás seres humanos usan la ciencia, como lo que es, una creación humana, algo inferior al ser humano, la usan sin rendirse ante ella, sin darle adoración.

Cada ser humano tiene un dios propio, independiente del Dios creador, según lo va descubriendo en su paso por la Tierra.  Si el dios del ser humano coincide perfectamente con el creador, entonces ese ser humano por fin tiene a Dios.  Está de verdad conectado con el infinito universo.

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